La matriz permite navegar la complejidad de cómo nos relacionamos con diferentes aspectos de la vida: temas personales, educativos, de relaciones, laborales. Cualquier pensamiento. Al mapear visualmente las conexiones entre pasado, presente y futuro, liberamos todo aquello que está caduco y no aporta nada en el ahora. Dejamos en el pasado lo que ya no nos sirve, traemos al presente lo que sí, y mantenemos hacia el futuro lo que realmente queremos. Es una limpieza profunda que aclara qué te mueve de verdad.

Traemos al presente, a la consciencia del ahora, todo lo que hemos construido a lo largo de la vida. Y lo cuestionamos para ver qué está caduco y ya no nos representa, qué está en cuestión, y qué rescatamos o mantenemos. Cada pensamiento que tenemos lo podemos desgranar para entender su origen: qué creencias tenemos al respecto, dónde nacieron, si son nuestras o heredadas. Siempre partiendo del presente, porque es el único tiempo donde realmente habitamos.

Vivimos en el tiempo como si fuera algo externo e inmutable. Pero el tiempo es un mapa que creamos para orientarnos. El presente contiene el pasado, el presente y el futuro. El pasado también contiene los tres tiempos. Y el futuro, también. Esta simultaneidad nos confunde porque nos enseñaron a ver el tiempo como una línea recta. Pero la matriz fractal del tiempo trabaja desde lo visual para analizar el pensamiento. En un board, en un workspace, podemos mapear la relación directa que tenemos con nuestra manera de ver cualquier tema.