María [Riama]:
Bienvenida, Neus, a Diálogos Abiertos. Como sabes, me viene una pregunta para conversar en este espacio, y en este caso es:
¿La palabra autenticidad ha dejado de ser auténtica?
¿Qué te trae esta reflexión?
Neus Portas:
Hola, María. Muchas gracias por invitarme a este espacio de conversación.
Interesante reflexión. No sé si ha dejado de ser auténtica, realmente. ¿Tú lo sientes así?
María [Riama]:
Yo siento que las palabras las quemamos… Son maravillosas con todo su significado, pero como no son estáticas, al usarlas en exceso —por modas, por hypes— de repente empiezan a cansarnos porque a su significado se le van añadiendo otras capas. Es como si fueran estratos…
Neus Portas:
Pasa con muchos términos, sí. Siento que ha sucedido con el término “propósito”, con “empoderamiento”, con “desarrollo personal” y con otros tantos conceptos y palabras.
Pero el problema no es de las palabras, sino del uso que hacemos de ellas. Como dices, les añadimos capas que no les pertenecen, solo para amoldarlas a nuestras necesidades.
A veces siento que si les dedicáramos el tiempo oportuno para comprenderlas en profundidad, tal vez las habitaríamos mejor.
Pero las prisas —y la superficialidad a la que nos llevan esas prisas— nos hacen pasar por las palabras de puntillas, sin fijarnos. Las usamos como quien compra por impulso. ¿No te parece?
María [Riama]:
¡Totalmente! Es curioso este fenómeno, muy propio de la época actual, aunque no sé si habrá sucedido en otras épocas. Supongo que sí, pero no con esta intensidad.
Es verdad que hay palabras que se ponen de moda, formas de hablar que usamos para sentir que pertenecemos. Es como si fueran nuestras vestimentas conversacionales.
Pero en este caso concreto, es paradójico que lo que simboliza algo único se convierta en algo vulgar.
Tal vez el problema sea que siempre queremos cosas nuevas, a estrenar… ¿Será un ansia del consumismo?
¿Las palabras también se pueden consumir?
Neus Portas:
“Vestimentas conversacionales”… Me encanta la metáfora. Usamos las palabras como complementos.
Es cierto que las palabras que usamos nos definen. Pero cuando esas palabras no se habitan, no se viven realmente, están vacías.
Entonces la falta de autenticidad está en quien las usa, no en el término en sí.
Sobre todo si partimos de su significado: la coherencia entre lo que dices, haces y piensas. Esa sería la premisa básica de la autenticidad.
María [Riama]:
Efectivamente, se vacían de significado. Usarlas como complemento, sin más, se queda en el postureo, en lo que queremos aparentar.
La autenticidad debería estar asociada a una actitud vital, a lo que realmente eres. Tu propio traje, volviendo a la metáfora.
Pero siento que, por querer ser vistos, usamos trozos de telas que no nos pertenecen… y en lugar de parecer algo auténtico, queda como fake.
¿Dónde habría que buscar cuál es nuestro traje?
¿Son las marcas personales realmente nuestro traje… o lo que queremos vestir?
Neus Portas:
Si la marca personal se construye desde la esencia, debería ser realmente nuestro traje.
El problema es que también este término —“marca personal”— se ha llevado a un terreno puramente de consumo.
Se construyen marcas con una visión mercantilista, desde el ego, desde lo que quiero conseguir y recibir, en lugar de trabajarlas desde la huella que dejamos en los demás, en la sociedad.
La marca personal debería ser lo que queremos aportar, más que lo que queremos obtener.
Es más: la marca personal debería ser un proceso de construir nuestra manera de estar en el mundo.
Y eso pasa por un autoconocimiento profundo.
Pero claro, eso implica mirar dentro con honestidad y luego ofrecer lo que realmente puede tener sentido.
Tal vez es justamente en la marca personal donde la autenticidad genera más dudas…
Al combinar autenticidad con marca personal, se producen interferencias. Es ahí donde el término empieza a manosearse y confundirse.
María [Riama]:
Qué interesante lo que planteas… Son dos términos que parecen contradictorios, como dos fuerzas en direcciones contrarias.
Para mí es muy acertada tu visión, la comparto.
Sin autoconocimiento profundo, todo lo que hacemos va dirigido a un modelo estandarizado, a lo que se dicta desde fuera, hacia donde va la mayoría.
Pero… ¿dónde quieres ir tú realmente?
De alguna manera, es como si hubiéramos perdido, renunciado o cedido nuestra propia voluntad.
¿Por qué seguimos posponiendo esa pregunta?
¿Y cuál sería esa pregunta?
Neus Portas:
La primera pregunta debería ser: “Conócete a ti mismo”, como se proponía en el pórtico de Delfos.
Conocerse a uno mismo, para mí, implica saber cuáles de tus rasgos son realmente tuyos y cuáles son adquiridos. Cuáles te pertenecen y cuáles has adoptado para encajar.
En un momento en que el mundo como lo conocíamos se va desmembrando, tal vez debamos replantear todo lo que no nos pertenece: quizás hemos comprado atributos y comportamientos que, además de no ser nuestros, ya ni siquiera sirven.
Pero ese es un trabajo que requiere tiempo, reflexión y valentía.
Y, al menos los dos primeros, son difíciles hoy, cuando todo va tan rápido y cuando hay pocos espacios para la reflexión… porque están ocupados por las pantallas.
Tenemos tantos inputs y el ritmo es tan acelerado que acabamos buscándonos fuera.
Deberíamos recordar lo que decía Jung:
«Cuando miras fuera, sueñas; cuando miras dentro, despiertas.»
María [Riama]:
Hay tanta sabiduría como legado que nos han dejado personas que se hicieron grandes preguntas… pero como nos consideramos más evolucionados, las vemos como de otra época.
Pero no hay épocas, no hay tiempos… Es una fantasía.
Vivimos en un eterno ahora, donde esas mismas cuestiones nos acompañan generación tras generación.
Pero, como bien dices, las prisas no nos dejan habitarlo, sentirlo, vivirlo…
Vamos tan deprisa… se nos va el tiempo…
¿Pero hacia dónde vamos tan rápido?
¿Por qué tenemos tanta prisa?
¿En qué no queremos pensar?
Neus Portas:
Esa es la gran pregunta que, cuando te la haces, no te queda más remedio que parar 🙂
¿Hacia dónde voy tan rápido?
La prisa nos la impone el entorno: prisa por hacer más, tener más, lograr más…
Porque nos han vendido —y hemos comprado, porque la responsabilidad es compartida— que lo importante es el resultado.
Y que lo que nos define es lo que hacemos y tenemos, en lugar de lo que somos.
Por eso es tan importante parar y preguntarse quién eres, qué quieres y hacia dónde vas.
Cuando te haces esas preguntas, dejas de necesitar hacer o tener para ser.
Y ahí empieza la autenticidad: empiezas a quitarte capas.
Pones el foco en el proceso, en lo que te aporta, en cómo creces personalmente desde ahí.
Por eso, todas esas soluciones que buscamos para tener resultados más rápidos… nos están alejando de nuestra esencia.
Eso de que la inteligencia artificial nos quitará lo superfluo para que podamos dedicarnos a lo que aporta valor… empieza a parecer una gran falacia, ¿no crees?
María [Riama]:
¡Muy absurdo todo!
Para mí, las IAs nos van a sacudir profundamente. Y creo que nos van a hacer espabilar (por no usar la palabra “despertar”, que ya está quemada).
Y cuestionarnos cuál es el lugar que nos pertenece como humanidad.
¿Cuál es nuestro sentido… más allá de la productividad?
Y para terminar, ¿qué pregunta dejarías en el aire?
Neus Portas:
Mi pregunta sería:
¿Qué parte de ti ya no te pertenece?
María [Riama]:
La mía sería:
¿Qué palabra sientes que estás perdiendo y por qué?
Muchas gracias, Neus, por tu sabiduría.
Ha sido un placer tenerte aquí. ¡Hasta la próxima!
Neus Portas:
Gracias a ti, María. Un placer, como siempre, conversar contigo.
Neus Portas: Fundadora Date Permiso | Arte y creatividad para el crecimiento personal y de los equipos. | Autora ‘Permiso para Ser’