María [Riama]:
Hola, Esther. Bienvenida a Diálogos Abiertos, este espacio de reflexión en voz alta.
La reflexión que me viene a la cabeza es:
¿Qué te inspira la frase “Surrender to your self”?
Esther Blázquez:
Hola, María. ¿Qué te inspira a ti? 🙂
¿Y qué te ha llevado a querer reflexionar conmigo esta frase?
María [Riama]:
Pues me pasa una cosa con la palabra surrender… que para mí tiene mucha más profundidad que en español un «rendirse» o «entregarse».
Es una frase que me acompaña mucho. Esta parte de dejar de ponerte excusas o justificarte y mirar realmente dentro, honestamente, donde nadie te escucha ni te juzga, solo tú misma.
Y lanzarte, como cuando te sumerges en el agua del mar, a ver lo que hay, sin más…
Y contigo porque he sentido que has transitado este zambullirte en ese océano.
¿Y a ti?
Esther Blázquez:
Para mí, la rendición ha sido una experiencia profunda.
Primero, porque no la entendía. En el camino espiritual se escucha mucho este concepto y a mí me parecía débil.
Como si fuera una excusa más para evadirse del compromiso con la vida. Algo así como: “oye, ríndete, fluye, que todo pasará”.
Y ese “fluir” en un camino de conocimiento del ser humano puede ser peligroso, porque puede llevar a la evasión con la excusa del fluir.
María [Riama]:
¡Qué bueno! Es cierto que ese “fluir”, según la connotación que le demos, puede ser una evasión.
Y creo que hay algo de actitud en ello. Está bien fluir con lo que la vida depare, sin prejuicios ni expectativas, pero entendiendo por qué reaccionamos como reaccionamos, entendiendo qué nos mueve en lo más profundo.
Porque si no, es un barco a la deriva.
¿Por qué nos cuesta tanto mirar dentro nuestro?
Esther Blázquez:
Por varias cosas, pero fundamentalmente porque nos cuesta estar con nosotros mismos.
Y porque, si decides hacerlo, te vas a encontrar con las grietas, y eso es incómodo.
También porque juzgamos, tenemos expectativas, criticamos… y eso es normal.
Tal vez un buen primer paso es contar con ello. Es decir, saber que cuando mires dentro vas a encontrarte con tus prejuicios, tus críticas destructivas, etc… o sea, con la propuesta de tu ego.
Un ego que va a estar ahí hasta que te mueras, por cierto.
Esto es algo que también escucho mucho: lo de sacar al ego de una reunión o desprenderse del ego, como si eso fuera posible.
Y además, ¡qué pena no aprovechar la información que el ego te trae!
Cuando miras dentro, te vas a encontrar con tu belleza y también con lo que no te atreves a mirar: lo que te da vergüenza, lo que no le contarías a cualquiera, lo oculto tal vez, eso que nos esforzamos tanto en cubrir o ficcionalizar por cobardía.
¿Tú has tenido la experiencia de ese encuentro con aquello de ti que no le contarías a nadie?
¿Le has puesto nombre a tus grietas?
¿Has respondido para qué estás viva y cuál es el sentido de tu vida?
María [Riama]:
¡Gran tema el Ego!
Efectivamente, si quitamos el ego nos diluimos, no hay bordes. Pero esos bordes hay que hacerlos más finos para realmente ver al otro.
Ver al otro sin nosotros añadidos al otro. Porque hasta que no ves qué es tuyo y qué es del otro, todo es una amalgama que genera confusión.
El ego tiene mucho que decirnos, pero también inventa.
Y en eso sí hay liberación: cuando vemos qué parte del ego realmente no nos pertenece… no somos nosotros.
En esas preguntas que planteas hay mucho camino por recorrer y es un buen lugar para mirar. Pero sin miedo.
Al final, realmente no hay nada tan tan malo.
¿Por qué? ¿Dónde está el juicio?
¿Quién es peor juez que nosotras mismas?
Muchas veces, poniendo tus miedos en voz alta, de repente dejan de serlo.
Esther Blázquez:
Ponerle palabras a lo que da miedo es un gran acto de coraje.
A mí David Testal me ha enseñado que lo contrario al amor no es el miedo, sino la cobardía. Y ese hallazgo me ha hecho feliz.
Al amor se va con miedo. Porque un ser humano que cada día hace lo que ama y consagra su vida a ello va a tener miedo, ¡claro que sí!
Cuando amas a alguien con toda tu alma, el miedo no desaparece: amas a pesar del miedo, con el miedo.
Pero si pillas eso, no eres cobarde. Y amas.
Cuando consagras tu vida a aquello que amas, vas a tener miedo.
Vivir con sentido requiere de mucho coraje.
María [Riama]:
¡El miedo! ¡Qué tema!
En otro diálogo hablamos de él…
Yo intento no usar la palabra “miedo” porque me parece muy categórica e inabarcable.
Si, en cambio, la declinamos en lo que realmente esconde detrás, nos da mucha más información: inquietud, inseguridad, temor, incertidumbre, descontrol…
En la propia palabra tenemos el antídoto.
El problema es que nos bloquea y genera esa cobardía que bien dices.
Pero incluso esa cobardía, si la encaramos y le preguntamos: “¿de qué quieres protegerme?”, aparece ese amor…
Al final eres tú misma queriendo protegerte.
No, no hace falta que lo hagas… te agradezco, pero quiero ver…
¿No hay ahí una gran entrega?
Esther Blázquez:
Pues ahí volvemos a la rendición. Que no es un acto cobarde, sino todo lo contrario. Es una rendición sin derrota.
Me explico: hay que saber lo que uno pone en el altar de su alma para rendirse ante eso.
Es decir, para inclinarse ante ese milagro de la vida.
Una inclinación consiste en poner la cabeza por debajo del corazón: la mente al servicio del amor, si leemos bien.
En ese altar está todo aquello que confirma y conforma el sentido de la vida: aquellos que amamos, nuestros maestros, nuestro propósito y legado.
Ante eso, ¿cómo no entregarse? Porque implica una ofrenda.
Ese altar representa lo más sagrado para uno, y toda esa representación nos recuerda lo que podemos dar, poner al servicio de otros seres humanos.
Veo muchas vidas plenas en aquellas personas que viven así, poniendo su virtud al servicio de otros seres humanos. ¡Qué maravilla, verdad!?
Por cierto, que no hace falta que el altar sea físicamente un altar. Hablo de “altar” como símbolo.
Cada cual lo puede materializar como desee. Sirve un jarrón con flores en la cocina, una estantería con fotos, o nada…
Porque en verdad lo que importa es que el altar se lleve en los pies, a cada paso.
María [Riama]:
¡Totalmente! Al final no existe el otro, somos uno.
Y trabajar por los demás nos da un sentido de ser.
¿Cómo sería la sociedad si pensáramos todos en esa dirección?
Yo soy optimista, cada vez veo más gente en esa dirección.
Por supuesto, queda mucho camino, pero al final… ¿no es el camino donde aprendemos?
Ese “a cada paso” del que hablas.
Sobre el altar del que hablas, yo lo veo en la naturaleza: eso que está fuera de nosotros mismos, que trasciende a los humanos, pero que a la vez formamos parte, devolviéndonos a nuestro lugar.
¿Qué lugar existe más puro?
Esther Blázquez:
Qué bonito que te inspire la naturaleza.
Yo sí creo que existe el otro. Y considero fundamental entender la otredad, precisamente como base para conectar con el otro.
Luego, si te quieres sentir uno con el otro… pues ahí ya lo dejo a cada cual 😂
Y lo de afuera lo veo como símbolo que nos recuerda lo de adentro.
Si observamos pureza en la naturaleza, como haces tú, pues qué buena oportunidad indagar dentro dónde se ejerce esa pureza —si es que se desea.
Hace poco, en Tánger, en esta observación de la naturaleza, estuve un buen rato observando el movimiento de un árbol con el viento.
Y ahí andaban como si fuera un baile.
Reflexioné sobre esta oportunidad que a veces nos perdemos de bailar las cosas cuando el “viento” no es favorable.
Siempre que uno sepa qué hace aquí y para quién.
María [Riama]:
Para mí, en la observación no hay juicio… solo información.
Esa información es de gran valor para ver qué nos activan los pensamientos.
Pero la virtud es dejar de identificarnos con ellos. Desvincularnos, cuestionarlos, y dejarlos ir.
Ahí está este surrender del que hablaba al principio.
Incluso el pensamiento es un juego.
Creo que trascendiendo esos pensamientos es cuando realmente vemos al otro.
Y en ese ver al otro hay un reconocimiento, nace la bondad y la humildad, y es ahí donde se difumina el otro y el yo.
Porque incluso en la propia comunicación, como se ha descubierto en neurociencia, los corazones se sincronizan, la respiración, las hormonas…
El otro nos devuelve nuestro propio yo.
Para terminar, ¿qué pregunta dejarías en el aire?
Esther Blázquez:
¡Gracias por tu reflexión!
La pregunta que dejo en el aire es una invitación a muchas preguntas.
O sea, algo así como desarrollar una historia de amor con las preguntas, para hacerse unas cuantas cada día y compartirlas con otras personas.
Una invitación a indagar, especialmente con quienes nos importan.
Una invitación a querer saber muchas muchas muchas cosas de aquellos que amamos.
Y disfrutar de sus respuestas porque sí. Presentes.
María [Riama]:
¡Sí! ¡Qué gran verdad!
Qué necesarias son las preguntas… y mantenernos en ellas, ¡vivas!
Mi pregunta sería:
¿Cuánto de profundo estarías dispuesto a sumergirte para encontrar tu paz?
Muchas gracias, Esther, por acompañarme en este zambullido de reflexión.
Esther Blázquez:
¡Gracias a ti por este diálogo vivo!
Esther Blázquez: Consultora de Cultura & Liderazgo para Organizaciones | estherblazquez.com | Speaker, Coach Sistémica & Facilitadora